41.406294955553, 2.1952053870368
Paz.
Barcelona
Llegar. Descalzarse. Poner la pava. Hacer un mate.
El sol entra por la ventana justo en la esquina contraria, donde está el sofá. Me recuesto en él y miro la nada. Me gusta mirar la nada. La nada es un espacio con cosas, con detalles, miro las hojas del potus, hay una muerta o una nueva. La hiedra (se llama hiedra? me lo pregunto, no lo sé, tampoco googleo la respuesta) se movió, nadie la tocó asique ella solita movió sus hojas para seguir los rayos de luz. Observo el cuadro, los detalles de la ilustración, me pierdo en las finas líneas y colores. Me lo se de memoria, aún así, siempre descubro cosas nuevas. La nada no es la nada, está llena de cosas, pero cada cosa me hace detenerme y observar. Me hace presente en ese momento. Observar me adentra en mí, cada pensamiento hila una situación, una experiencia, a veces personas, a veces aromas.
La nada es la nada, pero al mismo tiempo, es todo.